Riesgos biológicos
La reciente pandemia COVID-19, causada por el virus SARS-CoV-2, nos ha recordado que los microorganismos han convivido con los seres humanos a lo largo de los tiempos. En algunos casos, los microorganismos se constituyen en el elemento principal del centro de trabajo (ej.: fabricación de cerveza, pan o vino), y en otros casos, en acompañantes no deseados (ej.: zoonosis), capaces de originar algún tipo de infección, alergia o toxicidad.
El riesgo biológico en los centros de trabajo obliga a aplicar medidas con arreglo a los principios de la acción preventiva: evitar los riesgos, evaluar los riesgos que no se puedan evitar, combatir los riesgos en su origen, etc. Los equipos de protección individual (EPI) son la última barrera entre el agente biológico y el trabajador, por lo que la selección del EPI adecuado, su correcta utilización y el entrenamiento para su uso, son medidas preventivas obligadas.
La consecuencia más común ocasionada por los agentes biológicos nocivos son las enfermedades, en algunos casos muy graves e incluso mortales. A diferencia con otros riesgos, cada persona tiene una susceptibilidad distinta al entrar en contacto con el agente biológico, pudiendo pasar desapercibida, con consecuencias leves o presentar casos muy graves.